Cálidos, amasando la sopa eléctrica
en última llamada,
de esos que recorren media Asia
en un solo abrazo.
Caídos, por el peso de títulos acartonados,
casi sin venas ni nervios.
No de los que defienden al ser amado
sin rendir pleitesía.
Cándidos, como el aceite que derrama
la luz angosta de las lucernas,
que parece que agasajan
a contraria voz quemando pastos.
Caminos, que se erigen en lo adverso
y son capaces de abrigar en lo severo.
Que trazan pero no tocan, como un preso
delinea el contorno de su prisa.
jueves, 16 de febrero de 2012
jueves, 2 de febrero de 2012
El pas, pasa, pan de cada día
Laxitud de abrazos que otros nos dejaron,
revueltos con el heno de las bestias.
Locos por la fama y la vuelta al ruedo,
dedos y anillos mascullando furias
con el sello de otros labios
en la nuca ajena.
Mascar tabaco
al calcular la altura
de los negros átomos,
sin perder, distracción absurda,
el enjambre de giros con la mano
que cual Norte helado nos conmina.
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